martes, 9 de marzo de 2010


Les doy la bienvenida a mi blog esperando que sea de su agrado y de esta forma les ayude a conocer la vida y obra de este gran poeta.

Este personaje me intereso por que es el primer poeta Maldito Mexicano tiene poemas que valen la pena leer, sus palabras contienen mucho sentido.

Espero que les interese y investiguen mas de este autor.

:D :D .D :D :D :D :D
Video.

u.u


biografia


Ignacio Rodríguez Galván

Hijo de campesinos, Rodríguez Galván llega a la capital

a trabajar como dependiente en la librería de su tío el

gran impresor Mariano Galván Rivera. Aprende por sí mismo

latín, francés e italiano. Es recibido en la academia de

Letrán y hace amistad con sus contemporáneos Fernando

Calderón y Guillermo Prieto, quien lo recuerda "taciturno

y encogido". Estrena obras basadas en la época colonial

Muñoz, visitador de México, El privado del virrey, edita

en el Año Nuevo antologías de su círculo literario y escribe

con verdadero talento algunas de las primeras novelas

cortas mexicanas como "Manolito el pisaverde", José

encarga las páginas literarias del Diario del Gobierno

y le consigue un puesto diplomático en Sudamérica. Se

enamora en vano de la actriz Soledad Cordero. Apenas

iniciado su viaje muere en La Habana de fiebre amarilla.

Rodríguez Galván es un adelantado en varios campos:

primer romántico mexicano, primer "poeta maldito",

primero que escribe desde el punto de vista del mestizo,

que ha logrado hacerse de la cultura literaria antes

reservada a los criollos. Sus poemas muestran una clara

conciencia política y una intensidad expresiva que, fuera

de Heredia, no se encuentra en sus contemporáneos. Nadie

ha discrepado de Menéndez y Pelayo en su consideración

de la "Profecía de Guatimoc" como obra maestra del

romanticismo en este país.

La producción de Rodríguez Galván todavía espera su

redescubrimiento. Un primer paso es el volumen de Poesía

y teatro que Antonio Castro Leal publicó en 1965.




Hubo un tiempo en que atónito miraba
a una joven, que ardiente idolatraba,
modelo de beldad.

"Te adoro, te idolatro", me decía;
y en su pálida frente relucía
pudor, virginidad.

Y brillaban mis ojos de contento.
Era su hálito puro mi alimento,
mi concierto su voz;
ero su rostro, su mirar mi encanto;
era su triste y doloroso llanto
mi tormento feroz.

Como la flor en el pantano inmundo
la arrojó el cielo despiadado al mundo
entre angustia y dolor.

Y yo corrí, volé de gozo lleno,
y delirante recogí en mi seno
la ternísima flor.

"Huérfanos somos, sin ningún abrigo,
y pobres, desgraciados, sin amigo;
el cielo nos unió.
Tu serás, dulce prenda, mi consuelo,
y para mí será la tierra el cielo..."
Así la dije yo.

Y ella llorando se arrojó en mis brazos,
y en deliciosos, en estrechos lazos,
anudado me vi.
Y en su seno purísimo y constante,
como en la madre el delicado infante,
tranquilo me dormí.


Y desperté de súbito,
y busqué enajenado
el ángel adorado
de mi ternura objeto y de mi amor.
Pero en silencio lúgubre,
y en soledad y calma
estaba todo; y mi alma
fue presa de inquietud y de dolor.

Me levanto frenético,
a mi adorada llamo;
el eco a mi reclamo
retumbando tan solo respondió.
Y triste, y melancólico,
mi consuelo buscando,
voy lento meditando
las penas en que el cielo me arrojó.


¿Dó te escondes,
mi querida?
¿Dó mi vida,
te hallaré?
Si no vienes
al instante,
dulce amante,
moriré.
"Eres bella como el cielo,
eres mi ángel, mi consuelo,
y sin ti
no hay contento, ni ventura,
ni hermosura
para mi."

De la vida
en el camino
mi destino
me arrojó;
y de duelo,
de quebranto,
y de espanto
me inundó.

"Eres bella como el cielo,
eres mi ángel, mi consuelo,
y sin ti
no hay contento, ni ventura,
ni hermosura
para mi."

Pero dióme
para guía,
vida mía,
tu virtud;
Y trocóse mi tormento
en contento
y en salud.

"Eres bella como el cielo,
eres mi ángel, mi consuelo,
y sin ti
no hay contento, ni ventura,
ni hermosura
para mi."

La joya eres
más hermosa,
más preciosa
que se vio
en el suelo
mexicano,
do mi mano
te cogió.

"Eres bella como el cielo,
eres mi ángel, mi consuelo,
y sin ti
no hay contento, ni ventura,
ni hermosura
para mi."


¿Por qué, el aire surcando,

dilatándose del bronce los sonidos;

y sin cesar vibrando

llegan a mis oídos

profundos y tristísimos gemidos?

¿Por qué de muerte el canto

en torno de ese féretro resuena?

¿Por qué el fúnebre llanto?

¿Por qué la amarga pena,

los cirios, y el clamor que el aire llena?

Te miro ante mis ojos

postrado sin aliento, amigo mío;

y sobre tus despojos

su manto negro y frío

tiende la muerte con placer impío.

Y en alas de querubes,

envuelta tu alma en esplendente velo,

y entre rosadas nubes

deja el impuro suelo,

y blandamente se remonta al cielo.

¡Oh, quién te acompañara!,

y ese mundo feliz que habitas hora

contigo disfrutara,

y la paz seductora

que, sin turbarse, en él eterno mora.

En mi patria no viera

sangre correr por la ciudad y llanos,

y que entre rabia fiera

hermanos con hermanos

hasta hundirse el puñal pugnan insanos.

Ni viera la perfidia

de nación, que risueña nos abraza,

y bramando de envidia

luego nos amenaza

y en su mente infernal nos despedaza.

Ni viera hombres malvados,

que sin temer de Dios el alto juicio,

de la ambición guiados

y el deshonroso vicio,

despeñan mi nación al precipicio.

Ni con feroz despecho

la miseria, elevándose espantosa,

cerrar contra su pecho

la humanidad quejosa

y devorar sus lágrimas ansiosa.

Y el luto y exterminio,

en pos del hambre descarnada y yerta,

extender su dominio

sobre su tierra muerta,

y a la peste letal abrir la puerta.

Feliz mi caro amigo,

feliz mil veces tú, que ya en el mundo

el dolor enemigo

con brazo furibundo

no rompe tus entrañas iracundo.

Dichoso tú, que vives

entre el gozo, la paz, la bienandanza

y no, cual yo, recibes

de amor sin esperanza

zozobras y martirios sin mudanza.

Y no sientes el yugo

de la suerte pesar sobre tu cuello,

ni el hombre es tu verdugo,

ni con ansia un destello

buscas de la verdad, sin poder vello.

Cuando el mundo habitabas,

con la voz de amistad consoladora

las penas aliviabas

de tu amigo, que ahora

hundido en e1 pesar tu ausencia llora.

A1 escuchar tus cantos,

do la razón brillaba y la poesía,

celestiales encantos

mi corazón sentía,

y en su mismo dolor se adormecía.

Si a tu alma por ventura

le es permitido descender al suelo,

cuando la noche oscura

me traiga el desconsuelo

ven a elevar mi pensamiento al cielo.

De mi agitado sueño

las escenas de horror benigno ahuyenta;

la imagen de mi dueño

en vez de ellas presenta,

y haz que tu grata voz mi oído sienta.